quinta-feira, maio 27, 2004
A magia do apito final
Apesar de alguns erros de arbitragem favoráveis (golo mal anulado em Manchester, golo mal anulado ao Lyon e agressão do Maniche em plena área da Corunha) e de de vários momentos de sorte (como a lesão de Giuly, o melhor jogador do Mónaco), o Porto teve o mérito de ganhar uma competição dominada pelos clubes dos grandes campeonatos europeus. E esse mérito é, quase em exclusivo, de Mourinho. Com um conjunto de bons jogadores, onde só Ricardo Carvalho, Deco e Derlei estão acima da média, conseguiu criar uma equipa coesa e eficaz, onde o futebol nem sempre é o mais bonito, mas com resultados visíveis - dois campeonatos, uma Taça de Portugal, uma Taça UEFA e uma Liga dos Campeões.
Daqui a vários anos, poucos se lembrarão dos golos de Carlos Alberto, Alenitchev ou Deco. Não houve nenhum calcanhar de Madjer na final de ontem, nenhum momento marcante, a não ser o apito final do árbitro. Em todo o percurso da Liga dos Campeões o Porto fez somente um grande jogo, contra o Manchester United no Estádio do Dragão. De resto foram exibições sólidas e eficazes, mas sem brilho, tendo em comum um único momento marcante, significativo da magia de Mourinho - o apito final do árbitro. É o momento da magia do resultado, aquilo que verdadeiramente conta para o (ex-)treinador do Porto. Em boa verdade, aquilo que conta no futebol.
Daqui a vários anos, poucos se lembrarão dos golos de Carlos Alberto, Alenitchev ou Deco. Não houve nenhum calcanhar de Madjer na final de ontem, nenhum momento marcante, a não ser o apito final do árbitro. Em todo o percurso da Liga dos Campeões o Porto fez somente um grande jogo, contra o Manchester United no Estádio do Dragão. De resto foram exibições sólidas e eficazes, mas sem brilho, tendo em comum um único momento marcante, significativo da magia de Mourinho - o apito final do árbitro. É o momento da magia do resultado, aquilo que verdadeiramente conta para o (ex-)treinador do Porto. Em boa verdade, aquilo que conta no futebol.
Uma análise rigorosa e imparcial
LA LESIÓN DE GIULY PASÓ FACTURA A UN MÓNACO IMPOTENTE
El fútbol rocoso del Oporto conquista Europa
TOMÁS CAMPOS
Sí, ya sé que es difícil en los tiempos que corren, pero imagínense a alguien que se haya pasado los últimos tres meses en una misión en el África profunda, sin periódicos y sin televisión. El sujeto en cuestión toma tierra mañana en Barajas y se encuentra con que el Oporto es campeón de Europa. Si no le da un síncope pensará que se ha equivocado de planeta. Ah, y de 'propina' le dicen que la final se la ha ganado... ¡al Mónaco!
Pues no es tan raro, oiga. El Oporto ha sido, con mucho, el mejor equipo del Viejo Continente desde que el 24 de febrero se abrieran las 'hostilidades' con los octavos de final. Su fútbol no ha sido el más vistoso, pero su eficacia y consistencia están fuera de toda duda.
Defiende como nadie y 'atonta' al rival de turno hasta asestarle un golpe seco y mortal. Mientras, los minutos pasan y pasa que no pasa nada. Un suplicio para el espectador y un deleite para los amantes del 'fútbol probeta'. A Mourinho no le faltarán detractores -menottistas de diseño-, pero cinco títulos en dos años le avalan.
Demasiado castigo
Vaya por delante que el tres a cero es algo engañoso y que el Mónaco no mereció tremendo castigo. Pero la victoria de los 'dragoes' es inapelable. Defendió mejor, aprovechó sus escasas ocasiones y tuvo la suerte de cara. Demasiado para Morientes y compañía.
El de Sonseca fue uno de los damnificados del partido. Los centrales lusos se las traen y Morientes acabó empequeñecido tras una Champions antológica. Lástima.
Deschamps debió intuir que no era su día cuando Giuly se retiró lesionado a los 24 minutos. Hasta entonces, el menudo y eléctrico atacante galo había sido el único bastión ofensivo del equipo monegasco.
Máxima efectividad
Con todo, el partido no tenía dueño. Deco 'hibernaba' a la espera de tiempos mejores y Derlei corría tras pases imposibles. Se aproximaba el descanso y la final estaba muy viva. Bastó un pase rifado de Ferreira y un despeje fallido de Zikos para que Carlos Alberto la clavara en la meta defendida por Roma.
Los que habíamos visto ya al equipo de Mourinho esta temporada vislumbramos entonces lo que acabaría por llegar: un Mónaco impotente y desesperado y un Oporto agazapado a la espera de la 'estocada' final.
Hubo de pasar un buen trecho de la seguna parte, minutos en los que el conjunto francés amagó sin creer nunca en sus opciones, aburrido por tanto fuera de juego -alguno muy dudoso- y sin inquietar nunca a un inédito Baia.
Siempre Deco
Hasta que Deco dijo basta. Una pared entre el centrocampista luso-brasileño y Alenitchev acabó con un remate franco y colocado del primero que significaba el dos a cero. Era suficiente, pero el ruso, que había entrado quince minutos antes, tenía ganas de jarana y aprovechó un centro de Derlei para 'fusilar' sin remisión a un vendido Roma.
De ahí al final un cuarto de hora para que los 'olés' poblaran la grada del imponente Arena AufSchalke. Y es que esta vez el Oporto no tuvo ni que esgrimir su habitual juego 'subterráneo' para tumbar a un rival vencido y rendido. Eso sí, nadie ha visto aún reírse al bueno de Mourinho. Este hombre debe tener horchata en las venas, porque la ocasión no podía ser más propicia. En fin, cuestión de carácter.
El fútbol rocoso del Oporto conquista Europa
TOMÁS CAMPOS
Sí, ya sé que es difícil en los tiempos que corren, pero imagínense a alguien que se haya pasado los últimos tres meses en una misión en el África profunda, sin periódicos y sin televisión. El sujeto en cuestión toma tierra mañana en Barajas y se encuentra con que el Oporto es campeón de Europa. Si no le da un síncope pensará que se ha equivocado de planeta. Ah, y de 'propina' le dicen que la final se la ha ganado... ¡al Mónaco!
Pues no es tan raro, oiga. El Oporto ha sido, con mucho, el mejor equipo del Viejo Continente desde que el 24 de febrero se abrieran las 'hostilidades' con los octavos de final. Su fútbol no ha sido el más vistoso, pero su eficacia y consistencia están fuera de toda duda.
Defiende como nadie y 'atonta' al rival de turno hasta asestarle un golpe seco y mortal. Mientras, los minutos pasan y pasa que no pasa nada. Un suplicio para el espectador y un deleite para los amantes del 'fútbol probeta'. A Mourinho no le faltarán detractores -menottistas de diseño-, pero cinco títulos en dos años le avalan.
Demasiado castigo
Vaya por delante que el tres a cero es algo engañoso y que el Mónaco no mereció tremendo castigo. Pero la victoria de los 'dragoes' es inapelable. Defendió mejor, aprovechó sus escasas ocasiones y tuvo la suerte de cara. Demasiado para Morientes y compañía.
El de Sonseca fue uno de los damnificados del partido. Los centrales lusos se las traen y Morientes acabó empequeñecido tras una Champions antológica. Lástima.
Deschamps debió intuir que no era su día cuando Giuly se retiró lesionado a los 24 minutos. Hasta entonces, el menudo y eléctrico atacante galo había sido el único bastión ofensivo del equipo monegasco.
Máxima efectividad
Con todo, el partido no tenía dueño. Deco 'hibernaba' a la espera de tiempos mejores y Derlei corría tras pases imposibles. Se aproximaba el descanso y la final estaba muy viva. Bastó un pase rifado de Ferreira y un despeje fallido de Zikos para que Carlos Alberto la clavara en la meta defendida por Roma.
Los que habíamos visto ya al equipo de Mourinho esta temporada vislumbramos entonces lo que acabaría por llegar: un Mónaco impotente y desesperado y un Oporto agazapado a la espera de la 'estocada' final.
Hubo de pasar un buen trecho de la seguna parte, minutos en los que el conjunto francés amagó sin creer nunca en sus opciones, aburrido por tanto fuera de juego -alguno muy dudoso- y sin inquietar nunca a un inédito Baia.
Siempre Deco
Hasta que Deco dijo basta. Una pared entre el centrocampista luso-brasileño y Alenitchev acabó con un remate franco y colocado del primero que significaba el dos a cero. Era suficiente, pero el ruso, que había entrado quince minutos antes, tenía ganas de jarana y aprovechó un centro de Derlei para 'fusilar' sin remisión a un vendido Roma.
De ahí al final un cuarto de hora para que los 'olés' poblaran la grada del imponente Arena AufSchalke. Y es que esta vez el Oporto no tuvo ni que esgrimir su habitual juego 'subterráneo' para tumbar a un rival vencido y rendido. Eso sí, nadie ha visto aún reírse al bueno de Mourinho. Este hombre debe tener horchata en las venas, porque la ocasión no podía ser más propicia. En fin, cuestión de carácter.
terça-feira, maio 25, 2004
Coincidências
É curioso que a notícia da irregularidade da inscrição de Ricardo Rocha tenha surgido passado dois anos, na altura exacta em que o Benfica conquista o seu primeiro troféu desde há oito anos. Coincidências?
A Dobradinha
Depois de ganhar a Taça de Portugal no campo, o Benfica, de forma gloriosa, consegue repetir o feito na secretaria, tornando-se assim no primeiro clube português a ganhar duas vezes a Taça de Portugal na mesma época!
quinta-feira, maio 13, 2004
Para Presidentes ignorantes
Quem é António Simões?
RICARDO LEMOS - O Jogo
Quem é António Simões? A pergunta foi ontem formulada por Dias da Cunha, que não gostou da "provocação" do director-desportivo do Benfica. Afinal, o presidente do Sporting é lesto a criticar, a apontar "culpados" para os desaires desportivos, mas não aceita que outros tenham opinião. Mas quem é, afinal, António Simões? Ex-Magriço, parte integrante de uma geração notável de jogadores portugueses, participou na brilhante campanha nacional em Inglaterra, no Campeonato do Mundo de 1966. Nascido a 14/12/1943, foi um extremo-esquerdo de craveira internacional, tendo conquistado 16 títulos ao longo dos 15 anos que passou no Benfica, repartidos em 10 Campeonatos Nacionais, cinco Taças de Portugal e uma Taça dos Campeões Europeus. Foi internacional em 46 ocasiões e apontou três golos com a camisola das quinas.
RICARDO LEMOS - O Jogo
Quem é António Simões? A pergunta foi ontem formulada por Dias da Cunha, que não gostou da "provocação" do director-desportivo do Benfica. Afinal, o presidente do Sporting é lesto a criticar, a apontar "culpados" para os desaires desportivos, mas não aceita que outros tenham opinião. Mas quem é, afinal, António Simões? Ex-Magriço, parte integrante de uma geração notável de jogadores portugueses, participou na brilhante campanha nacional em Inglaterra, no Campeonato do Mundo de 1966. Nascido a 14/12/1943, foi um extremo-esquerdo de craveira internacional, tendo conquistado 16 títulos ao longo dos 15 anos que passou no Benfica, repartidos em 10 Campeonatos Nacionais, cinco Taças de Portugal e uma Taça dos Campeões Europeus. Foi internacional em 46 ocasiões e apontou três golos com a camisola das quinas.
quinta-feira, maio 06, 2004
A técnica da força contra a força da técnica
Porto contra Mónaco. Quem em setembro previsse esta final seria delicadamente aconselhada a visitar um psiquiatra. Uma boa questão é saber como é que duas equipas de orçamentos baixos conseguiram ludibriar equipas como o Real Madrid, Milan, Arsenal, Man Utd, Bayern e Juventus. Não seria de espantar que Porto ou Mónaco pudessem causar uma surpresa e conseguir o bilhete para a Arena do Schalke 04. O próprio Porto em 1987 conseguiu-o contra os poderosos bávaros. Agora, os dois é que é mais estranho!
Por mais que os teóricos tentem encontrar uma explicação racional para o sucedido, não parece fácil. O factor "menosprezo" por parte dos grandes europeus pode ter tido algum peso. A verdade é que nenhum dos grandes clubes supracitados pensou alguma vez em ser eliminado por outro clube que não um da sua estirpe. Como tal, subestimaram o valor dos outsiders, erro grave em qualquer actividade desportiva.
Parece-nos, contudo, que algo de estranho se começa a passar no futebol internacional. O Mundial de 2002 foi extremamente fraco, sobressaindo aqueles que simplesmente não estavam cansados, e não os melhores. E agora, nesta Liga dos Campeões, principalmente a partir dos oitavos-de-final, fomos vendo os "grandes" europeus a serem eliminados por equipas coesas, fortes fisicamente, com as suas capacidades aproveitadas ao máximo, mas sem grande brilho, sem momentos mágicos, com limites visíveis a olho nu.
Infelizmente, a componente física e táctica parecem ser cada vez mais importantes no futebol, chegando ao ponto de ultrapassar o virtuosismo técnico. O treinador tende a ser a principal peça do puzzle. Os craques têm uma importância menor, em detrimento do jogo de equipa, mesmo que pouco atractivo. É isto que realmente queremos?
Na nossa opinião, seria um sinal bem mais positivo para o futuro do futebol se no dia 26 fosse jogar o Porto de 1987 (talvez com a inclusão de Derlei), em vez da versão mecanizada de 2004. Ó tempo volta para trás...
Por mais que os teóricos tentem encontrar uma explicação racional para o sucedido, não parece fácil. O factor "menosprezo" por parte dos grandes europeus pode ter tido algum peso. A verdade é que nenhum dos grandes clubes supracitados pensou alguma vez em ser eliminado por outro clube que não um da sua estirpe. Como tal, subestimaram o valor dos outsiders, erro grave em qualquer actividade desportiva.
Parece-nos, contudo, que algo de estranho se começa a passar no futebol internacional. O Mundial de 2002 foi extremamente fraco, sobressaindo aqueles que simplesmente não estavam cansados, e não os melhores. E agora, nesta Liga dos Campeões, principalmente a partir dos oitavos-de-final, fomos vendo os "grandes" europeus a serem eliminados por equipas coesas, fortes fisicamente, com as suas capacidades aproveitadas ao máximo, mas sem grande brilho, sem momentos mágicos, com limites visíveis a olho nu.
Infelizmente, a componente física e táctica parecem ser cada vez mais importantes no futebol, chegando ao ponto de ultrapassar o virtuosismo técnico. O treinador tende a ser a principal peça do puzzle. Os craques têm uma importância menor, em detrimento do jogo de equipa, mesmo que pouco atractivo. É isto que realmente queremos?
Na nossa opinião, seria um sinal bem mais positivo para o futuro do futebol se no dia 26 fosse jogar o Porto de 1987 (talvez com a inclusão de Derlei), em vez da versão mecanizada de 2004. Ó tempo volta para trás...
